La cultura en Chile ha sido abordada históricamente como un bien social y simbólico, pero no se ha potenciado plenamente como un sector económico estratégico. Propongo un plan para formalizar y fortalecer las industrias creativas, tomando como referencia modelos exitosos en Europa y mecanismos de fomento como los que aplica CORFO en otros sectores productivos.
Las líneas principales son:

1. Cambio de imaginario sobre la cultura, las artes y el patrimonio, incorporando una visión más industrializante que reconozca su potencial económico, rompiendo el paradigma actual que las reduce a un bien meramente sociológico, y promoviendo entre los propios artistas una nueva perspectiva orientada al desarrollo sostenible del sector.
2. Formalización del trabajo cultural, incluyendo arte callejero, mediante regulaciones claras que aseguren derechos laborales, seguridad social y contribución tributaria.
3. Diversificación de las políticas del Ministerio de las Culturas, destinando fondos no solo a eventos puntuales, sino a procesos de desarrollo, formación y sostenibilidad de la cadena productiva cultural.
4. Impulso a la industria creativa como motor económico, generando empleo y emprendimiento en áreas como música, artes escénicas, audiovisual, diseño, literatura y tecnología creativa.
5. Descentralización del acceso a recursos y oportunidades, fomentando la participación de regiones y comunidades con menor visibilidad.
El objetivo es construir un ecosistema cultural sólido que no dependa exclusivamente de subvenciones estatales, sino que pueda generar ingresos, exportar servicios creativos y convertirse en un factor clave para diversificar la economía chilena.