Publicado por: Jean Pierre Albornoz

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Culturas, las Artes y el Patrimonio
Nacional
Espacios públicos para el arte urbano, embelleciendo nuestras ciudades

Resumen

Hoy muchas ciudades de Chile están llenas de tags y rayados en muros privados, generando molestia y sensación de inseguridad en los vecinos, además de gastos en repintar nuestros muros... Sin embargo, detrás de esos mismos jóvenes existe un talento enorme que no ha sido bien canalizado. Mi propuesta busca transformar un problema en una oportunidad: que las municipalidades habiliten y financien espacios oficiales para el arte urbano, donde grafiteros y muralistas puedan expresarse libremente, embelleciendo nuestras calles con murales de nivel profesional.

¿A quién beneficia esta idea?

-A los vecinos y familias, que dejarán de sufrir con los rayados en sus casas y podrán dormir tranquilos sin escuchar latas de spray en la madrugada. -A los jóvenes grafiteros y muralistas, que tendrán espacios legítimos para mostrar su talento, recibir apoyo e incluso oportunidades laborales. -A las comunidades locales, que verán sus plazas, colegios, estadios y centros de salud convertidos en murales llenos de color y vida, en lugar de paredes grises y abandonadas. -A las municipalidades y al país, que podrán transformar un problema social en un proyecto cultural reconocido, mejorando la convivencia ciudadana y la imagen de las ciudades.

¿Qué problema resuelve esta idea?

Hoy los rayados ilegales no quiere decir que afecten la estética de los barrios, yo me refiero a la convivencia social. Muchas veces los jóvenes se reúnen de madrugada a grafitear, compartiendo cervezas, fumando marihuana, escuchando música fuerte con parlantes, gritando y hasta peleando entre ellos. Esto genera miedo, incomodidad e inseguridad en los vecinos, que además deben asumir un gasto económico injusto: repintar sus casas con dinero que muchas veces no tienen, porque es la gente más humilde la que se ve más afectada. Mi propuesta resuelve este problema de raíz: controlar y ordenar los espacios públicos para que el grafiti deje de ser vandalismo y se convierta en un aporte cultural. Al entregar lugares autorizados y programas municipales, se reduce el consumo de alcohol y drogas en la vía pública, se evita el ruido y los desórdenes nocturnos, y se protege la propiedad privada. En vez de un problema social, logramos una solución que combina seguridad, respeto y arte para todos.

Idea en detalle

Como ya mencioné, hoy en día, muchos barrios viven un problema constante con los grafitis no autorizados en muros y panderetas privadas. Los vecinos nos cansamos de despertar con nuestras murallas rayadas con tags, sin haber dado autorización. No es que falte respeto por el arte: al contrario, reconocemos que detrás de esas firmas hay jóvenes con talento. Pero la situación se vuelve problemática porque ocurre de forma clandestina, generalmente en la madrugada, con ruidos de latas que no dejan dormir, consumo de alcohol en la vía pública, y la inseguridad que genera el ingreso a sitios privados.

Esto no significa que quienes grafitean sean delincuentes, pero cuando ya se cruza la línea de intervenir una propiedad privada, se abre la puerta a conflictos y riesgos innecesarios. Los vecinos sienten temor, molestia y hasta impotencia frente a algo que podría transformarse en un aporte si estuviera bien canalizado.

La paradoja es clara: lo que hoy se percibe como vandalismo, podría convertirse en arte de nivel nacional si se gestiona de manera correcta. Tenemos ejemplos como el colectivo “Alapinta” en Temuco, que demuestra que el grafiti puede trascender el rayado callejero y transformarse en verdaderas obras de arte urbano reconocidas por la comunidad.

Por eso, propongo que las municipalidades creen un programa oficial de arte urbano, con espacios autorizados y gestionados para que los grafiteros y artistas urbanos puedan expresarse libremente. Estos murales podrían estar en parques, estadios ( canchas de futbol o multicanchas, rodeadas de panderetas), bibliotecas, colegios, liceos, CESFAM, entre otros recintos municipales.

El programa podría contemplar:

-Permisos claros y visibles para intervenir espacios.

-Apoyo en materiales como pinturas y traslados.

-Remuneración simbólica o empleo juvenil, reconociendo su aporte cultural.

-Festivales de murales y concursos, para visibilizar a los artistas y atraer turismo cultural.

De esta manera, transformamos un problema social en una oportunidad:

-Los vecinos recuperan la tranquilidad y el respeto por sus propiedades.

-Los jóvenes artistas encuentran un espacio legítimo para su talento.

-Las ciudades ganan en belleza, identidad cultural y cohesión social.

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