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Idea en detalle
En Chile, la ausencia del padre biológico en la crianza de niños y niñas es una realidad preocupante que impacta directamente en el desarrollo emocional, social y conductual de la infancia. Diversos estudios han demostrado que la falta de una figura paterna activa está correlacionada con mayores índices de abandono escolar, problemas de autoestima y, en casos más graves, conductas delictivas en la adolescencia.
Esta propuesta busca implementar una medida preventiva que permita al padre ejercer un rol activo en una etapa crítica del desarrollo infantil: entre los 6 y 8 años de edad. Durante este periodo, el niño/a comienza a construir su identidad, a enfrentar desafíos escolares y sociales, y a requerir un acompañamiento emocional sólido. Se plantea la posibilidad de un postnatal paterno diferido o, alternativamente, una reducción de jornada laboral a 2 horas diarias durante 6 meses, para facilitar la presencia del padre en la vida cotidiana del hijo/a.
El impacto esperado va más allá del núcleo familiar. Al fortalecer el vínculo afectivo entre padre e hijo/a, se promueve una crianza más equilibrada, se reduce el riesgo de desvinculación emocional y se contribuye, de manera preventiva, a disminuir los índices de delincuencia en el futuro. Esta medida no solo reconoce la importancia del rol paterno, sino que también propone una transformación cultural hacia la corresponsabilidad parental.
Esta correlación ha sido respaldada por estudios como:
- Universidad Nacional de Loja (2024): En su revisión bibliográfica sobre la ausencia de la figura paterna, se concluye que esta carencia afecta el desarrollo psicológico del niño y puede derivar en conductas disruptivas.
- Clínica Ciudad del Mar (2023): La psicóloga Claudia Badilla advierte que la ausencia del padre está vinculada a problemas emocionales y de conducta en niños y niñas chilenas.
- Bustamante et al. (2017), publicado en ResearchGate: El estudio analiza cómo la presencia activa del padre puede incidir en la disminución de conductas delictivas, especialmente en contextos vulnerables.
Además, esta tendencia se ha observado en países como Noruega y Suecia, donde la implementación de políticas de paternidad activa ha contribuido a una reducción significativa en los índices de delincuencia juvenil. En Noruega, por ejemplo, se registró una disminución del 20% en delitos juveniles en zonas con alta participación paterna. Estos modelos internacionales refuerzan la necesidad de adoptar medidas similares en Chile, adaptadas a nuestra realidad social y cultural.