12. Agricultura: Protegiendo e impulsando nuestro granero nacional
12.3. Chile no puede seguir sembrando en el pasado. Con ciencia chilena, apoyo a los pequeños agricultores y pilotos regionales que sí funcionan ejecutaremos el Programa Nacional para buscar, probar e introducir nuevos cultivos más rentables y resistentes.

Propuesta 12.3: Programa nacional para crear, buscar en el extranjero, probar e introducir
nuevos cultivos y cultivares —con I+D público-privada liderada por INIA y universidades
locales, y apoyo de INDAP para adopción en pequeña y mediana agricultura, y pilotos
regionales— para aumentar resiliencia al cambio climático y rentabilidad agrícola.

Chile necesita diversificar y actualizar su base genética y su portafolio de cultivos para sostener
ingresos y empleo rural frente a costos crecientes, riesgos climáticos y sanitarios, y mercados más
exigentes. Con los mismos cultivares, aun cuando los rendimientos no caen significativamente, la
rentabilidad se ve presionada por ventaja de competidores en el uso de mejor genética que les
permite disminuir costos y aumentar producción; diversificar cultivos y migrar hacia materiales
genéticos más resilientes y de mayor valor reduce esa vulnerabilidad y estabiliza ingresos. La
biodiversidad agrícola y los recursos genéticos son, además, una “póliza de seguro” para la
producción frente al cambio climático y las plagas.
En Chile no existe una industria de gran escala de desarrollo de nuevas variedades comparable a
la de economías agrícolas mayores; como en gran parte de América Latina y el Caribe, persiste
una brecha de inversión en I+D agropecuaria y una escala limitada de los sistemas de innovación,
lo que se traduce en menor flujo de variedades adaptadas localmente y menor velocidad de
adopción tecnológica . La investigación agrícola posee rasgos de bien público (resultados difíciles
de excluir y con beneficios que llegan al conjunto del sector), lo que desincentiva la inversión
privada pura y explica el rol indelegable del Estado en coordinar, coinvertir y escalar la I+D, al
tiempo que “arrastra” inversión privada complementaria.

El Plan nacional se desglosa a continuación:

  1. Gobernanza y arquitectura institucional. El Ministerio de Agricultura coordina. INIA lidera la
    I+D y validación en conjunto con universidades locales (públicas y privadas), y con centros
    internacionales cuando corresponda. INDAP implementa instrumentos para adopción en pequeña
    y mediana agricultura (créditos y asistencia). Se establece un comité técnico con representación
    de Minagri, INIA, INDAP, universidades y gobiernos regionales para priorizar líneas y pilotos, y
    un consejo asesor con cooperativas y asociaciones de productores.
  2. Flujo de innovación (pipeline) y pilotos regionales.

    * Prospección y exploración: identificación de material genético exitoso en el extranjero
    y de líneas locales promisorias, con acuerdos de cooperación y licenciamiento cuando
    aplique.

    * Ingresos fitosanitarios: importación controlada de semillas y plantas bajo normas del
    SAG (cuarentenas, certificaciones) para resguardar sanidad, con apoyo de INIA. 

    * I+D y mejoramiento aplicado: ensayos de adaptación (sequía, calor, fenología, plagas)
    con INIA + universidades; diseño de paquetes tecnológicos (riego eficiente, nutrición,
    manejo sanitario).

    * Pilotos regionales: primera ola de pilotos con universidades locales, orientados a
    exportación y mercado interno por igual, para validar y ajustar antes de masificar.

    * Validación productiva: implementación posterior en parcelas de demostración, para
    acelerar adopción por pequeña y mediana agricultura.

    * Escalamiento y transferencia: manuales, días de campo, extensión digital y
    acompañamiento técnico, con foco en pequeños y medianos. 

  3. Criterios de priorización (sin fórmulas). Se priorizan iniciativas que: (i) mejoren rentabilidad
    esperada para pequeños y medianos; (ii) aumenten resiliencia climática (tolerancia a sequía/calor,
    menor huella hídrica, sanidad); (iii) demuestren adopción factible en territorios; y (iv) generen
    encadenamientos y empleo local. Estos criterios guiarán la selección de pilotos y escalamiento, sin
    metas rígidas de superficie.
  4. Financiamiento y minimización del impacto fiscal. La I+D y la adopción se financian
    principalmente con recursos privados y, cuando exista componente estatal, mediante apoyo
    recuperable (créditos con devolución por ventas a través de INDAP) y cofinanciamiento
    competitivo para pilotos con universidades. Este diseño se alinea con la evidencia de que la
    inversión pública en I+D agrícola puede “arrastrar” inversión privada y elevar productividad
    sectorial.
  5. Transferencia y adopción en pequeña y mediana agricultura (INDAP). INDAP estructurará
    líneas de crédito y asistencia para adopción (riego, plantación, manejo) con pagos asociados a
    ventas, disminuyendo riesgo de caja.
  6. Integración con resiliencia climática. Los paquetes tecnológicos priorizan eficiencia hídrica y
    adaptación (riego tecnificado, manejo de calor/frío, sanidad), coherentes con recomendaciones
    FAO sobre diversificación y resiliencia.
  7. Planificación estratégica.

    * Año 1: acuerdos de cooperación, exploración e ingresos fitosanitarios; diseño de pilotos
    regionales.

    * Año 2: ensayos y pilotos con universidades locales; preparación de parcelas de
    demostración (detalladas en la propuesta específica).

    * Año 3–4: transferencia y escalamiento a productores priorizados por resiliencia y
    rentabilidad.